Estos últimos días han estado saturados informativamente por algunos sucesos que, sin dejar de ser importantes, eclipsaron la posibilidad de atender aquellos fenómenos de real incidencia en la sociedad contemporánea.
La boda del heredero inglés, el fallecimiento de Ernesto Sábato, la beatificación de Juan Pablo II, la celebración del día del trabajador y la eliminación de Osama Bin Laden, monopolizaron títulos y coberturas periodísticas.
En el fondo, otros datos, de los denominados “duros”, quedaron en un plano imperceptible para el dominio de la opinión pública.
En España, se batieron dos récords en el fin de semana, conocido como el “Puente del 1 de Mayo”: el pico histórico en la desocupación (paro en la península) y el nivel máximo de desplazamientos en coche de turistas locales durante el largo fin de semana. La curiosidad en la coincidencia de ambos topes es el número: cinco millones de desocupados (supera el 21% de la población económicamente activa) y cinco millones de desplazamientos. La “madre patria”, contabiliza casi quince millones de hogares, lo que a grandes números permite proyectar que, aproximadamente, una tercera parte de ellos pude verse afectado por el paro, otra puede considerarse como protagonista del turismo interno y la última tal vez opte por la fluctuación entre ambas posibilidades o bien se caracterice por la asunción de medidas conservadores que no terminen empujando a sus integrantes a vivir un proceso de exclusión.
El caso español no debe ser tomado a la ligera. Es posible que en estos tiempos se produzcan procesos similares en distintos puntos del mundo que identificarán a vastos sectores con las dos factibilidades extremas: la inclusión en el sistema vigente propio de la sociedad moderna o la exclusión, en muchos casos no temporal, sino definitiva, de cierto orden social de bienestar.
Las dificultades en el acceso a los servicios de salud, la desvalorización de la educación media, la reducción de las posibilidades de empleo para los jóvenes y los adultos mayores de cincuenta años, la precarización del trabajo, etc., son algunos de muchos factores que pasaron a ser moneda corriente en la realidad socio-cultural y económica de muchos países y regiones.
Para la teoría de los sistemas sociales la diferencia entre inclusión y exclusión en la sociedad moderna, caracterizada por la diferenciación funcional de sus subsistemas, es nada menos que la diferencia entre ser persona (inclusión) o simplemente ser cuerpo (exclusión). De esta manera los derechos civiles y políticos de los segundos quedan completamente desdibujados y su rol reducido a precarias actividades de subsistencia, que es lo mismo que decir manutención material de limitados requerimiento biológicos.
El ser parte de un mundo de fuerte incidencia simbólica, de complejidad organizativa y de confortables requerimientos psicofísicos, solo queda reservado a las personas, así reconocidas por ellas mismas (identidad y pertenencia) como por el propio conjunto social.
El gran desafío de los distintos actores contemporáneos será actuar de manera efectiva en la inclusión de los distintos sectores que, de acuerdo a las actuales tendencias, parecen quedar reducidos a un conjunto de cuerpos, en vez de ser reconocidas como personas que dignamente puedan participar en el presente y proyectarse en un futuro, no con pocas incertidumbres.
1 comentario:
y si toda esa informacion q dan a conocer para distraer a las personas, Dr. Iovino lea este link donde dice q EEUU afirma que mantuvieron comunicacion con los extraterrestres...
http://www.eldiario24.com/nota/220627/la-nsa-se-comunico-con-extraterrestres-documentos-de-la-agencia-norteamericana-comprueban-comunicaciones-con-inteligencia-extraterrestre.html
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