La década de 1970 se caracterizó en Latinoamérica por el análisis de la presencia de las empresas trasnacionales de la comunicación en el panorama de medios de las distintas naciones. Producción de contenidos, performatividad tecnológica y participación accionaria en las sociedades, eran constantes en la forma en que se presentaban los capitales internacionales, especialmente originarios en Estados Unidos, en los distintos casos analizados. Así, la elaboración de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, en relación a las historietas del Pato Donald, apuntaba a los contenidos elaborados trasfrontera, que manifestaban modelos de sociedad, cultura y relación interpersonal ajenos a las realidades propias del subcontinente. En otro caso, la presencia del gigante de las telecomunicaciones ITT, refería directamente al campo de la tecnología y sus aplicaciones. Mientras, la propiedad televisiva en Latinoamérica de canales de televisión, por parte de las tres grandes cadenas norteamericanas apuntaba a la composición propietaria de los medios locales. Tal fue el caso en Argentina con las vinculaciones de los canales y productoras 13 (Proartel), con CBS; 11 (Teleinterior), con ABC y canal 9 (Telecenter), con NBC . El Informe Mc Bride y las conclusiones de la Reunión de San José de Costa Rica, en 1976, dan cuenta del diagnóstico del momento sobre la situación mundial de la comunicación.
A principios del siglo XXI, la participación directa del capital trasnacional en forma total o al menos dominante, en las empresas que operan en Argentina, se contrapone a la situación de algunos otros países. Brasil, recién en estos tiempos, aprueba la extensión de capitales externos hasta en un 30 por ciento. “Gran Bretaña dijo que planea eliminar una regla que limita a un 25% la propiedad de una empresa de fuera de la Unión Europea en un medio de comunicación británico”... “ Las leyes estadounidenses establecen un estricto límite de un 20% en la propiedad extranjera de cualquier medio de comunicación, así como también un límite de un 25% en propiedad indirecta a través de, por ejemplo, una participación en un holding”. (1)
En los ochenta, en la República Argentina, el furor de la democracia y el desarrollo de una particular aplicación tecnológica, como lo ha sido la televisión por cable, referente paradigmático de la neotelevisión en el Cono Sur de América, colaboraron a la toma de una conciencia superadora de aquel factor característico de la economía política de la comunicación. Las relaciones- oposiciones: centro-periferia, dominación liberación, nacional – trasnacional, quedaron atrás al aplicarse la autodeterminación popular mediante la expresión electoral y surgir en forma consolidada múltiples sistemas de distribución de señales televisivas que canalizaban expresiones locales, regionales, nacionales e internacionales, en ese orden.
En todos los casos, las empresas de cable, pertenecían a pequeños empresarios o profesionales locales, aventureros, apasionados, innovadores, que tomaron el desafío, incluso, de competir con los tradicionales grupos que ostentaban el poder en las estaciones de TV abierta de las capitales de provincia. Entre otros, los Liberman o Eurnekian, en Capital Federal; Strazza, en Rosario, o tantos otros en cada ciudad argentina, para la distribución por cable e incluso para la producción de programas, como ha sido el caso de Alberto González, presidente y fundador de Imagen Satelital. En simultáneo, los aires de libertad de expresión y las expectativas esperanzadoras de un futuro favorable animaban el crecimiento y el desafío de múltiples emprendedores que en cientos de localidades asumían el riesgo de distribuir canales y hasta de producir contenidos propios.
La situación positiva avanza hasta mediados de los noventa en pleno furor de la aplicación del plan de convertibilidad pero, además, en medio del fragor de la corriente privatizadora, que en el ámbito de los medios audiovisuales impulsa una reprivatización. En este caso es el traspaso de empresas del ámbito de la producción de señales y su distribución a manos de capital trasnacional, impulsadas por el pensamiento dominante, consistente en que las pequeñas o medianas empresas locales no podrán afrontar el desafío de la renovación tecnológica ni la dura negociación de contratos con los grandes distribuidores de señales internacionales. Como resultado, gran parte de las empresas pequeñas se vendieron, se conformaron los MSO (Operadores de Sistemas Múltiples), se dejó gran cantidad de gente en la calle, disminuyó notablemente la presencia en cantidad y calidad de programas locales y regionales, los sistemas perdieron su identidad lugareña, se quitaron del básico señales de excelente aceptación (HBO y Cinemax) y no se concretó por completo la modernización ansiada de las redes que permitiera la tan propagada convergencia tecnológica, y menos aun su aplicación democratizadora y libertaria.
El análisis que se propone realizar apunta al ámbito de la propiedad de las estructuras empresariales de la comunicación del rubro audiovisual, de origen trasnacional, específicamente de la televisión multicanal (por cable o satélite) cuyo escenario es la República Argentina, efectuando una comparación retrospectiva a la situación planteada en décadas anteriores y que no deja de tener su proyección en una realidad sudamericana. En ese sentido, y de manera contextual, es importante reconocer la estratégica situación que posee la comunidad latina de América, de raíz lingüística castellana, condición que la ubica en un alentador mercado para la industria audiovisual originada en distintos centros de producción y distribución. Con más de trescientos millones de personas, la población castellano parlante del continente americano, se convierte en uno de los más nutridos y lingüísticamente homogéneos sectores demográficos del planeta. Desde Canadá hasta Tierra del Fuego, ese amplio sector se presenta permeable a distintas propuestas, incluso a las diferencias en la entonación de cada país y región, o a los giros, que en base al mismo idioma, se estilan por todo el continente. Sin dudas, esta situación ha sido tenida en cuenta en el momento en que cada conglomerado audiovisual ha decidido su expansión fuera de los límites nacionales, sin desconocer que además, muchos de ellos, lo han hecho fuera del continente. Pero resulta que el público de habla castellana de América, aparte de ser numeroso y de haber presentado, como es el caso particular de Argentina, Uruguay, Chile, México, entre otros, una importante inserción doméstica de la tecnología de recepción, se concentra geográficamente en un amplio territorio que bien puede ser cubierto por una razonable cantidad de satélites. Es por eso que fuera de este contexto queda España, la que acompaña al pequeño continente europeo en una amplia diversidad lingüística.
(continuará)
(1) “ Inglaterra abre los medios, pero EE.UU. no devuelve el favor”, en
Diario La Nación, Sección 2, The Wall Street Journal Americas, lunes 13 de mayo de
2002, pág 5., firmado por Charles Goldsmith en Londres (The Wall Street Journal).
1 comentario:
hola buenas como andas
espero q bien
y espero q sigan adelante
por q la verdad esta muy
¨ interesante ¨
lo que hacen
bue me despido
**********el Cheba*********
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