Los ámbitos del cine y la música guardan estrecha relación con el perfil de los sistemas de comunicación en la era de la globalización. Cada uno por su cuenta, pero también aportando lo suyo a la televisión, la radio e internet; e incluso interactuando entre el mismo cine y la música, construyen un escenario amplio y dinámico donde fluyen en diversos radios las manifestaciones de la cultura del nuevo milenio.
Algunos casos se presentan paradigmáticos en el análisis de la comunicación en la era de la globalización y atañen a las manifestaciones más recientes del cine y la música, allí donde los intereses del capital transnacional se presenta con una fuerte marca; donde las adecuaciones locales y regionales se expresan no sin pocos conflictos y luchas, tanto de interés económico como cultural; donde la interacción de sentido se expande por fronteras geográficas, lingüísticas, religiosas, políticas e ideológicas.
En noviembre de 2001 se estrenó, con una simultaneidad asombrosa, ejemplo de la velocidad y fluidez de la traslación simbólica de la época, la primera película “Harry Potter”, basada en el protagonista de los diversos escritos elaborados por la autora escocesa Joanne Kathleen Rowling, La característica masiva de los alcances del auditorio al que han sido orientados tanto los libros como las películas - en noviembre de 2002 se ha estrenado el segundo largometraje y finalizando 2003 el tercero- representa otra caracterización de la producción simbólica global, desde la que se relativiza la desmasificación postulada por Toffler y se apunta a la constitución de nuevos grandes mercados heterogéneos, vastos y anónimos, tanto o más disímiles y variados como las audiencias de las grandes cadenas televisivas norteamericanas en los 60*. Los notables cambios y avances tecnológicos que han impactado en las aplicaciones del transporte y las telecomunicaciones, han impreso una nueva velocidad en la presentación y difusión del intercambio que avanza sobre la instantaneidad de divulgación de los productos simbólicos, los capitales, las personas y las mercancías materiales.
Algunos casos se presentan paradigmáticos en el análisis de la comunicación en la era de la globalización y atañen a las manifestaciones más recientes del cine y la música, allí donde los intereses del capital transnacional se presenta con una fuerte marca; donde las adecuaciones locales y regionales se expresan no sin pocos conflictos y luchas, tanto de interés económico como cultural; donde la interacción de sentido se expande por fronteras geográficas, lingüísticas, religiosas, políticas e ideológicas.
En noviembre de 2001 se estrenó, con una simultaneidad asombrosa, ejemplo de la velocidad y fluidez de la traslación simbólica de la época, la primera película “Harry Potter”, basada en el protagonista de los diversos escritos elaborados por la autora escocesa Joanne Kathleen Rowling, La característica masiva de los alcances del auditorio al que han sido orientados tanto los libros como las películas - en noviembre de 2002 se ha estrenado el segundo largometraje y finalizando 2003 el tercero- representa otra caracterización de la producción simbólica global, desde la que se relativiza la desmasificación postulada por Toffler y se apunta a la constitución de nuevos grandes mercados heterogéneos, vastos y anónimos, tanto o más disímiles y variados como las audiencias de las grandes cadenas televisivas norteamericanas en los 60*. Los notables cambios y avances tecnológicos que han impactado en las aplicaciones del transporte y las telecomunicaciones, han impreso una nueva velocidad en la presentación y difusión del intercambio que avanza sobre la instantaneidad de divulgación de los productos simbólicos, los capitales, las personas y las mercancías materiales.
En muchos casos la adaptación local o regional no está exenta de costos y conflictos. Costos, porque el principio rector de la empresa elaboradora, distribuidora o emisora de contenidos simbólicos persigue como objetivo la rentabilidad y para ello requiere la satisfacción de ese requisito, incluso en todos los sectores de auditorio a los que aspire llegar, hasta los minoritarios. Por ejemplo, si los costos de traducción, subtitulado o doblaje de un largometraje desequilibran la aplicación del principio de rentabilidad, ese sector “minoritario” no será tenido en cuenta en la planificación de distribución del libro, la revista, la serie o el largometraje.
Contrariamente la permeabilidad de ciertos productos simbólicos que no requieran de mayores modificaciones de su versión original, será vista como una fortaleza para su ubicación en el gran mercado global, tal la jerigonza de “Aserejé”, el éxito musical del 2002, en Europa y América, que presentó notable facilidad ante ciertos cambios mínimos introducidos en una segunda versión en spanglish, principalmente orientado al mercado de EEUU.
El caso Harry Potter
Gran reacción produjo en Cataluña, la segunda comunidad autónoma española en población, después de Andalucía, el arribo de la película “Harry Potter”, solo en castellano. La negativa de Warner Sogecable de no doblar al catalán la primera película de la serie anual, produjo la inmediata respuesta del Gobierno Autónomo y diversas fuerzas sociales y políticas de la región. Todos los protagonistas se amenazaron mutuamente; la multinacional con boicotear el mercado catalán y dejar de distribuir sus películas, la contraparte con no asistir a las proyecciones en castellano. Finalmente se arribó a un acuerdo. Para la primera película, la del 2001, y por falta de tiempo, Warner decidió subtitular al catalán, comprometiéndose a doblar la segunda entrega del 2002. La disputa prosperó a pesar que meses antes el gobierno catalán ofreció a la Warner subvencionar la traducción, el doblaje y las copias en catalán, con un costo de once millones de pesetas, unos sesenta mil dólares. En este caso a la empresa distribuidora no le insumía ningún gasto la presencia en Cataluña y en catalán, del pequeño mago, es decir, no incidía en sus análisis de costo-beneficio, sin embargo la negativa llegó a mediados de año.
La disputa local, pero enmarcada en un escenario global, tiene antecedentes en la fricción surgida entre el Gobierno de la Generalitat de Catalunya y los grandes operadores de Hollywood en un decreto de doblaje al catalán. Se trataba de una normativa que nunca entró a regir, luego de ser pospuesta su entrada en vigencia y por último derogada, ante la negativa de aceptación por parte de las distribuidoras, puesto que las obligaba a doblar al catalán la mitad de las copias de las principales películas, aquellas de las que se superaran las 16 copias en tierra catalana. La Federación que aglutina a las distribuidoras presentó un recurso que derivó en la suspensión del decreto y una posterior actitud conciliadora del gobierno autónomo que prefirió dialogar y subvencionar los doblajes.
Gran reacción produjo en Cataluña, la segunda comunidad autónoma española en población, después de Andalucía, el arribo de la película “Harry Potter”, solo en castellano. La negativa de Warner Sogecable de no doblar al catalán la primera película de la serie anual, produjo la inmediata respuesta del Gobierno Autónomo y diversas fuerzas sociales y políticas de la región. Todos los protagonistas se amenazaron mutuamente; la multinacional con boicotear el mercado catalán y dejar de distribuir sus películas, la contraparte con no asistir a las proyecciones en castellano. Finalmente se arribó a un acuerdo. Para la primera película, la del 2001, y por falta de tiempo, Warner decidió subtitular al catalán, comprometiéndose a doblar la segunda entrega del 2002. La disputa prosperó a pesar que meses antes el gobierno catalán ofreció a la Warner subvencionar la traducción, el doblaje y las copias en catalán, con un costo de once millones de pesetas, unos sesenta mil dólares. En este caso a la empresa distribuidora no le insumía ningún gasto la presencia en Cataluña y en catalán, del pequeño mago, es decir, no incidía en sus análisis de costo-beneficio, sin embargo la negativa llegó a mediados de año.
La disputa local, pero enmarcada en un escenario global, tiene antecedentes en la fricción surgida entre el Gobierno de la Generalitat de Catalunya y los grandes operadores de Hollywood en un decreto de doblaje al catalán. Se trataba de una normativa que nunca entró a regir, luego de ser pospuesta su entrada en vigencia y por último derogada, ante la negativa de aceptación por parte de las distribuidoras, puesto que las obligaba a doblar al catalán la mitad de las copias de las principales películas, aquellas de las que se superaran las 16 copias en tierra catalana. La Federación que aglutina a las distribuidoras presentó un recurso que derivó en la suspensión del decreto y una posterior actitud conciliadora del gobierno autónomo que prefirió dialogar y subvencionar los doblajes.
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