La televisión se presenta como un medio de comunicación, una tecnología, un subsistema social que, entre otras funciones, introduce a sus integrantes en un proceso social, económico, cultural y político conocido como modernidad. Al decir de Niklas Luhmann forma parte del entramado conocido como medios de comunicación para las masas, instrumentos de conocimiento de la sociedad, la historia, el mundo y la naturaleza, sobre los que recae la sospecha premeditada de la manipulación que, si bien no genera consecuencias notables despierta cierta duda. Esta admisión de unas consecuencias cognitivas, a pesar de, se debe a que el conocimiento distribuido por los medios parece estar elaborado de un textura autorreforzada que se entreteje a si misma (sistema autopiético).
Cabe considerar que como sistema social la organización de los medios en todos sus procesos de producción de contenidos y distrubución de los mismos involucra personas, en una interrelación compleja, costosa y, a veces, profesionalizada. Supone además una serie de presupuestos tecnológicos y por que no económicos, que no solo han manifestado vertiginosos cambios en las últimas décadas sino también la determinación de áreas hiperespecializadas y altamente gravosas. En este contexto debe entenderse la preponderancia del rol de la propiedad de los sistemas productivos y distributivos de la comunicación y específicamente en la televisión argentina –más aun del interior- el papel del capital privado, los emprendimientos particulares y el riesgo individual en la acometida de comprometerse en la instalación y crecimiento de un medio innovador. Este aspecto también involucra a personas que optaron deliberadamente por la decisión de experimentar o iniciar las actividades de los canales de televisión. La decisión seguramente no estuvo ni estará desvinculada de sus intereses personales, profesionales, comerciales, económicos, societarios e incluso políticos.
Las décadas de 1950 y 1960 están marcadas en el mundo, entre otras cosas por la consolidación de una concepción bipolar, la supremacía occidental del capitalismo, la consolidación de nuevos estados de posguerra y la superación de hambrunas y enfermedades en dos tercios del mundo empobrecido. Daniel Lerner afirma que “la década de 1950 fue testigo de la expansión de los proyectos de desarrollo económico en gran parte del mundo. Este proceso de revitalización de las culturas, de surgimiento de naciones y de nuevos estados, se caracterizó de modo amplio como una –revolución de esperanzas nacientes-”. Posteriormente los habitantes de muchas naciones comenzaron a experimentar desilusiones al no coincidir los logros con las expectativas, nacen las frustraciones crecientes. La televisión se convirtió en la época en uno de los baluartes de las promesas de modernización, progreso, superación de las condiciones de vida, donde el bienestar económico y la administración personalizada de nuevos tiempos liberados del trabajo y las ocupaciones, formaban parte de un nuevo capital humano a invertir, en la información, el entretenimiento y el placer.
La densidad de aparatos de radio, cantidad de diarios y revistas impresos, médicos y camas de hospital por habitante, o de hogares con televisores eran los nuevos indicadores “objetivos” de la condición moderna de los estados. En principio nadie aspiraba a quedarse atrás. En la Argentina ocurrió lo mismo, el contexto favorecía. En 1959 se inician las primeras emisiones experimentales de televisión en Salta. Gobernaba el país Arturo Frondizi surgido de la Unión Cívica Radical, pero expresando a un sector denominado intransigente, fracción que posteriormente diera lugar al Movimiento de Integración y Desarrollo, sustentado en el desarrollismo nacional que inspiraba las políticas de aquel gobierno, entre cuyas banderas se esgrime la aplicación de la política petrolera que derivó en el autoabastecimento y el crecimiento del consumo diversificando la dirección, orientación y estimulación de las acciones por parte del estado y por parte del capital privado el rol de “quien debe llevar a la práctica lo que se propone como necesario para asegurar el tránsito hacia el desarrollo”. En Salta, desde 1958, cumplia sus funciones como gobernador Don Bernardino Biella, líder de la expresión local del “frondizismo”. Otro exponente del sector era Jorge Raúl Decavi, Diputado Nacional en el mismo período en que Biella gobernaba en Salta. Decavi ocupó entre 1958 a 1960 la Vicepresidencia Segunda de la Cámara Baja Nacional, cargo importante para un legislador del interior que, en 1961, se convirtiera en Vicepresidente Segundo de la misma. En 1962 fue candidato a gobernador por la UCRI. Los datos no son menores en el contexto económico y político de los medios de comunicación salteños, teniendo en cuenta que Biella y Decavi formaban parte, junto a Roberto Romero, de la sociedad que toma posesión del control del Diario El Tribuno, el 6 de septiembre de 1957, Horizontes SAFICI . Seguramente, las obligaciones políticas de ambos funcionarios, generaron ciertas limitaciones en la flamante sociedad, lo que derivó en que la Presidencia del Directorio recayera en Roberto Romero.
El primer gran proyecto de la empresa fue la construcción de un edificio propio en Zuviría 20, frente a la Plaza principal, lugar donde el 29 de agosto de 1959 se realizaron las primeras emisiones televisivas por un sistema de circuito cerrado gestionado técnicamente por una empresa tucumana denominada Tonsa TV. Las primeras emisiones eran completamente en vivo. Mientras los presentadores, encabezados por César Fermín Perdiguero, leían glosas, promocionaban productos o casas comerciales o improvisaban la continuidad de las emisiones, iban desfilando distintos números artísticos de conjuntos musicales, grupos de baile, recitadores o tod aquel que tuviera alguna destreza artística para mostrar y amplificar su actuación ante los primeros amplios públicos televisivos. El sistema de circuito cerrado solo permitía llegar con la señal a aquellos lugares que previamente habían solicitado su conexión, esto era equivalente a las vidrieras de los locales comerciales más cercanos. Según Víctor Martorell, quien fuera asesor de Roberto Romero, se trataba de once casas de comercio ubicadas en los alrededores de la Plaza 9 de Julio, a no más de tres cuadras. Las emisiones de TONSA TV para Diario El Tribuno, como las posteriormente realizadas por MERCURIO SA, no contaron con programación estable ni continuidad en las emisiones, se trataron de emisiones experimentales que, en el caso de la segunda se efectuaban, también en vivo, luego de la atención al público, en los amplios salones de la Tienda La Mundial, en Belgrano y Mitre.
El video tape era aun una técnica desconocida en las experimentales televisoras salteñas de circuito cerrado. A esta altura la televisión porteña sumaba experiencia, iniciaba la década del 60 con tres canales de emisión abierta, el oficial 7 y los privados 9 y 13. En 1961 comienza a transmitir canal 11. En el interior los primeros canales fueron el 12 de Córdoba y el 8 de Mar del Plata en 1960 y el 7 de Mendoza inaugurado en 1961. En 1963, durante el gobierno de José María Guido se produce un proceso de otorgamiento de licencias a dieciséis nuevos canales en el interior del país, entre ellos Canal 11 de Salta. Pero en el medio de TONSA TV y CORTESA SA están las emisiones de SONOVISIÓN.
Cabe considerar que como sistema social la organización de los medios en todos sus procesos de producción de contenidos y distrubución de los mismos involucra personas, en una interrelación compleja, costosa y, a veces, profesionalizada. Supone además una serie de presupuestos tecnológicos y por que no económicos, que no solo han manifestado vertiginosos cambios en las últimas décadas sino también la determinación de áreas hiperespecializadas y altamente gravosas. En este contexto debe entenderse la preponderancia del rol de la propiedad de los sistemas productivos y distributivos de la comunicación y específicamente en la televisión argentina –más aun del interior- el papel del capital privado, los emprendimientos particulares y el riesgo individual en la acometida de comprometerse en la instalación y crecimiento de un medio innovador. Este aspecto también involucra a personas que optaron deliberadamente por la decisión de experimentar o iniciar las actividades de los canales de televisión. La decisión seguramente no estuvo ni estará desvinculada de sus intereses personales, profesionales, comerciales, económicos, societarios e incluso políticos.
Las décadas de 1950 y 1960 están marcadas en el mundo, entre otras cosas por la consolidación de una concepción bipolar, la supremacía occidental del capitalismo, la consolidación de nuevos estados de posguerra y la superación de hambrunas y enfermedades en dos tercios del mundo empobrecido. Daniel Lerner afirma que “la década de 1950 fue testigo de la expansión de los proyectos de desarrollo económico en gran parte del mundo. Este proceso de revitalización de las culturas, de surgimiento de naciones y de nuevos estados, se caracterizó de modo amplio como una –revolución de esperanzas nacientes-”. Posteriormente los habitantes de muchas naciones comenzaron a experimentar desilusiones al no coincidir los logros con las expectativas, nacen las frustraciones crecientes. La televisión se convirtió en la época en uno de los baluartes de las promesas de modernización, progreso, superación de las condiciones de vida, donde el bienestar económico y la administración personalizada de nuevos tiempos liberados del trabajo y las ocupaciones, formaban parte de un nuevo capital humano a invertir, en la información, el entretenimiento y el placer.
La densidad de aparatos de radio, cantidad de diarios y revistas impresos, médicos y camas de hospital por habitante, o de hogares con televisores eran los nuevos indicadores “objetivos” de la condición moderna de los estados. En principio nadie aspiraba a quedarse atrás. En la Argentina ocurrió lo mismo, el contexto favorecía. En 1959 se inician las primeras emisiones experimentales de televisión en Salta. Gobernaba el país Arturo Frondizi surgido de la Unión Cívica Radical, pero expresando a un sector denominado intransigente, fracción que posteriormente diera lugar al Movimiento de Integración y Desarrollo, sustentado en el desarrollismo nacional que inspiraba las políticas de aquel gobierno, entre cuyas banderas se esgrime la aplicación de la política petrolera que derivó en el autoabastecimento y el crecimiento del consumo diversificando la dirección, orientación y estimulación de las acciones por parte del estado y por parte del capital privado el rol de “quien debe llevar a la práctica lo que se propone como necesario para asegurar el tránsito hacia el desarrollo”. En Salta, desde 1958, cumplia sus funciones como gobernador Don Bernardino Biella, líder de la expresión local del “frondizismo”. Otro exponente del sector era Jorge Raúl Decavi, Diputado Nacional en el mismo período en que Biella gobernaba en Salta. Decavi ocupó entre 1958 a 1960 la Vicepresidencia Segunda de la Cámara Baja Nacional, cargo importante para un legislador del interior que, en 1961, se convirtiera en Vicepresidente Segundo de la misma. En 1962 fue candidato a gobernador por la UCRI. Los datos no son menores en el contexto económico y político de los medios de comunicación salteños, teniendo en cuenta que Biella y Decavi formaban parte, junto a Roberto Romero, de la sociedad que toma posesión del control del Diario El Tribuno, el 6 de septiembre de 1957, Horizontes SAFICI . Seguramente, las obligaciones políticas de ambos funcionarios, generaron ciertas limitaciones en la flamante sociedad, lo que derivó en que la Presidencia del Directorio recayera en Roberto Romero.
El primer gran proyecto de la empresa fue la construcción de un edificio propio en Zuviría 20, frente a la Plaza principal, lugar donde el 29 de agosto de 1959 se realizaron las primeras emisiones televisivas por un sistema de circuito cerrado gestionado técnicamente por una empresa tucumana denominada Tonsa TV. Las primeras emisiones eran completamente en vivo. Mientras los presentadores, encabezados por César Fermín Perdiguero, leían glosas, promocionaban productos o casas comerciales o improvisaban la continuidad de las emisiones, iban desfilando distintos números artísticos de conjuntos musicales, grupos de baile, recitadores o tod aquel que tuviera alguna destreza artística para mostrar y amplificar su actuación ante los primeros amplios públicos televisivos. El sistema de circuito cerrado solo permitía llegar con la señal a aquellos lugares que previamente habían solicitado su conexión, esto era equivalente a las vidrieras de los locales comerciales más cercanos. Según Víctor Martorell, quien fuera asesor de Roberto Romero, se trataba de once casas de comercio ubicadas en los alrededores de la Plaza 9 de Julio, a no más de tres cuadras. Las emisiones de TONSA TV para Diario El Tribuno, como las posteriormente realizadas por MERCURIO SA, no contaron con programación estable ni continuidad en las emisiones, se trataron de emisiones experimentales que, en el caso de la segunda se efectuaban, también en vivo, luego de la atención al público, en los amplios salones de la Tienda La Mundial, en Belgrano y Mitre.
El video tape era aun una técnica desconocida en las experimentales televisoras salteñas de circuito cerrado. A esta altura la televisión porteña sumaba experiencia, iniciaba la década del 60 con tres canales de emisión abierta, el oficial 7 y los privados 9 y 13. En 1961 comienza a transmitir canal 11. En el interior los primeros canales fueron el 12 de Córdoba y el 8 de Mar del Plata en 1960 y el 7 de Mendoza inaugurado en 1961. En 1963, durante el gobierno de José María Guido se produce un proceso de otorgamiento de licencias a dieciséis nuevos canales en el interior del país, entre ellos Canal 11 de Salta. Pero en el medio de TONSA TV y CORTESA SA están las emisiones de SONOVISIÓN.
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