Toda información debe ser trabajada a partir de lo que obtenemos de distintas fuentes.
En un escrutinio las fuentes son las mesas electorales, sus planillas (derivadas de la labor de las autoridades de mesa y los fiscales), el escrutinio provisorio y , por último, el escrutinio definitivo.
Otro camino para obtener información es el elector, a través de su consulta luego de emitir el voto. Ellos, los electores, deben ser consultados en cantidades suficientes para establecer guarismo, en la denominada encuesta a boca de urna, con rigor metodológico y previsiones de error. Esta práctica se efectúa en todas las democracias occidentales.
Otra fuente de información pueden ser los propios partidos políticos. Sus fiscales de mesa y generales acercan datos a sus sedes para ser procesados. En forma paralela cada fuerza política puede obtener resultados de la elección.
¿Para qué sirven las tres fuentes de información detalladas?
Sirven para informar a la opinión pública, a la transparencia del acto electoral, como garantes del comicio, al oponer informaciones de distintas fuerzas que permitan corroborar la correspondencia de los datos. La combinación y convergencia de todas las formas de obtener información ayudan al control.
En el caso del escrutinio definitivo, más formal, cuidadoso, meticuloso, sirve para determinar la distribución representativa de cargos de acuerdo al sistema electoral vigente.
Un análisis de nuestro tiempo nos permite aseverar que la sofisticación de tecnologías de información, basados en profundos cambios en la transmisión, recepción, tratamiento y conserva de datos, modifica las formas de percepción de los acontecimientos en relación a otras épocas.
Como en muchos casos las elecciones también son impactadas por el desarrollo tecnológico y –más allá de avanzar sobre la instalación del voto electrónico- se hace imperdonable limitar el flujo y la inmediatez informativa. La revolución de la información está centrada tanto en la cantidad, como en la calidad y velocidad de los datos.
Hoy no se puede admitir que los partidos políticos no realicen su propio escrutinio en base a datos de fiscales. Hace veinte años lo hacían: rápido, bien y con paleocomputadoras.
Hoy no se puede limitar la difusión de encuestas a boca de urna más allá de unos cuantos minutos del horario de cierre de mesas. Pero debe hacerse respetar que ningún medio emita un solo dato antes.
Tanto la información de una como de otra fuente debe servir al control de la sociedad sobre el proceso de elección de representantes y a la transparencia de las prácticas políticas.
No se puede esperar cuatro horas para tener algunos datos aislados, limitados, fraccionados y, en el medio, sufrir una andanada de interpretaciones sin asidero, porque –en definitiva- supuestamente nadie era poseedor de información precisa. Si se le encarga un trabajo a una empresa –en este caso para efectuar el escrutinio provisorio- deben existir ciertas condiciones contractuales de cumplimiento para ambas partes. Una de esas condiciones debería ser la oportunidad temporal de la entrega de los datos, que -de no cumplirse- debería eximir a la otra parte del pago completo del servicio. Esto debiera ser así, excepto que intereses y actitudes apunten a otros objetivos (como ser la demora en el conocimiento público de la información), situación que afecta la transparencia y el derecho a recibir información.
En un escrutinio las fuentes son las mesas electorales, sus planillas (derivadas de la labor de las autoridades de mesa y los fiscales), el escrutinio provisorio y , por último, el escrutinio definitivo.
Otro camino para obtener información es el elector, a través de su consulta luego de emitir el voto. Ellos, los electores, deben ser consultados en cantidades suficientes para establecer guarismo, en la denominada encuesta a boca de urna, con rigor metodológico y previsiones de error. Esta práctica se efectúa en todas las democracias occidentales.
Otra fuente de información pueden ser los propios partidos políticos. Sus fiscales de mesa y generales acercan datos a sus sedes para ser procesados. En forma paralela cada fuerza política puede obtener resultados de la elección.
¿Para qué sirven las tres fuentes de información detalladas?
Sirven para informar a la opinión pública, a la transparencia del acto electoral, como garantes del comicio, al oponer informaciones de distintas fuerzas que permitan corroborar la correspondencia de los datos. La combinación y convergencia de todas las formas de obtener información ayudan al control.
En el caso del escrutinio definitivo, más formal, cuidadoso, meticuloso, sirve para determinar la distribución representativa de cargos de acuerdo al sistema electoral vigente.
Un análisis de nuestro tiempo nos permite aseverar que la sofisticación de tecnologías de información, basados en profundos cambios en la transmisión, recepción, tratamiento y conserva de datos, modifica las formas de percepción de los acontecimientos en relación a otras épocas.
Como en muchos casos las elecciones también son impactadas por el desarrollo tecnológico y –más allá de avanzar sobre la instalación del voto electrónico- se hace imperdonable limitar el flujo y la inmediatez informativa. La revolución de la información está centrada tanto en la cantidad, como en la calidad y velocidad de los datos.
Hoy no se puede admitir que los partidos políticos no realicen su propio escrutinio en base a datos de fiscales. Hace veinte años lo hacían: rápido, bien y con paleocomputadoras.
Hoy no se puede limitar la difusión de encuestas a boca de urna más allá de unos cuantos minutos del horario de cierre de mesas. Pero debe hacerse respetar que ningún medio emita un solo dato antes.
Tanto la información de una como de otra fuente debe servir al control de la sociedad sobre el proceso de elección de representantes y a la transparencia de las prácticas políticas.
No se puede esperar cuatro horas para tener algunos datos aislados, limitados, fraccionados y, en el medio, sufrir una andanada de interpretaciones sin asidero, porque –en definitiva- supuestamente nadie era poseedor de información precisa. Si se le encarga un trabajo a una empresa –en este caso para efectuar el escrutinio provisorio- deben existir ciertas condiciones contractuales de cumplimiento para ambas partes. Una de esas condiciones debería ser la oportunidad temporal de la entrega de los datos, que -de no cumplirse- debería eximir a la otra parte del pago completo del servicio. Esto debiera ser así, excepto que intereses y actitudes apunten a otros objetivos (como ser la demora en el conocimiento público de la información), situación que afecta la transparencia y el derecho a recibir información.
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