El impacto que tuvo en Irlanda la puesta en marcha de una exigente ley antitabaco que impide fumar en lugares públicos, incluso en los lugares de trabajo o los alcances, en ciudades como Barcelona o Buenos Aires, de reglamentaciones sobre la prohibición de fumar en oficinas, restaurantes, aeropuertos y otros lugares públicos, han generado un debate en muchos lugares, incluso en Salta, provincia productora de tabaco.
Desde nuestro norte se escuchan voces que manifiestan cierta preocupación debido a la importancia del impacto económico y social de la producción tabacalera.
Como muchos aspectos la realidad es compleja.
En primer lugar se habla de lo importante de legislar y promover que la gente fume menos o no fume y por el otro el impacto que puede generar una menor demanda de la materia prima, incluso a niveles internacionales, habida cuenta del gran porcentaje de tabaco salteño que se exporta.
Las previsiones que se hacen son con el argumento de preservar la fuente de trabajo de miles de familias que operan en la producción manual de la tarea de cosecha, selección y estufado de tabaco.
Pero… ¿no podrá ser factible que, de una vez por todas, discutamos y decidamos el cambio estructural de las bases productivas y de generación de recursos genuinos de nuestras denominadas economías regionales?.
Me preocupa que en pleno siglo XXI la propuesta para los hijos de quienes trabajan en el campo sea el de reducir su futuro ocupacional en una tarea manual bastante mal paga, que además representa claramente un modelo de estratificación social y relaciones interpersonales bastante poco condescendientes con los ideales de modernidad que se pregonan por otro frente.
Me parece oportuno que incorporemos este debate, en la dirigencia, pero también en la sociedad.
Que pensemos el tipo de escuela y enseñanza para esos sectores y no solo para ellos, sino incluyendo un programa general que apunte a qué tipo de provincia pretendemos construir para las futuras generaciones.
Muchas cosas precisan de la oportunidad para su análisis y creo que es posible que el momento oportuno se esté dando para debatir las cuestiones de fondo.
Hablamos de producción tabacalera, de turismo, de minería, pero… ¿ acompañamos una estrategia que incluya a más de un millón de salteños que puedan apreciar paulatina y escalonadamente una objetiva mejora de sus condiciones y calidad de vida?
O solo estamos viendo la parcialidad de las cosas, a partir de intereses de sector o de grupo, lo que solo daría a los proyectos identidad corporativa y para nada social o comunitaria.
Ese millón de salteños necesita comer y vivir dignamente, reconocidos en los valores de los logros alcanzados por mérito propio en un marco socio-cultural que lo reconoce e incluye. Que lo reconoce como individuo y ser humano con ciertas capacidades de auto resolución y que lo incluye como ser autónomo, verdaderamente independiente de factores externos, es decir de las corporaciones que no lo representan, los intereses particulares y las estructuras del estado que deben transformarse en servidoras de aquel, difusoras y promotoras de su actividad, no en controladoras. Esas macro organizaciones son gestoras directas e incluso determinantes de roles y funciones de las organizaciones y los individuos. El estado debe proteger e impulsar la actividad de todos, no ahogar , limitar y condicionar a los ciudadanos por un lado y beneficiar los intereses de sectores o grupos, en nombre del bien de todos.
Por último creo que es urgente hablar en Salta de los modelos sociales que pretendemos para la organización de nuestra comunidad. Que la condición de haber nacido en esta tierra, no se convierta en una condición excluyente. Que en su esencia y su práctica pueda impulsar el desconocimiento de lo aportado por miles de seres que con buena voluntad arribaron de diferentes lugares, en continuas oleadas migratorias, desde la época colonial hasta nuestros días, desde las lejanas tierras de China, Irak, Laos, Siria, Líbano, Croacia, hasta los principales centros urbanos de la Pampa Húmeda.
Salta debe construir un modelo socio económico moderno, integrador y de genuino crecimiento.
Desde nuestro norte se escuchan voces que manifiestan cierta preocupación debido a la importancia del impacto económico y social de la producción tabacalera.
Como muchos aspectos la realidad es compleja.
En primer lugar se habla de lo importante de legislar y promover que la gente fume menos o no fume y por el otro el impacto que puede generar una menor demanda de la materia prima, incluso a niveles internacionales, habida cuenta del gran porcentaje de tabaco salteño que se exporta.
Las previsiones que se hacen son con el argumento de preservar la fuente de trabajo de miles de familias que operan en la producción manual de la tarea de cosecha, selección y estufado de tabaco.
Pero… ¿no podrá ser factible que, de una vez por todas, discutamos y decidamos el cambio estructural de las bases productivas y de generación de recursos genuinos de nuestras denominadas economías regionales?.
Me preocupa que en pleno siglo XXI la propuesta para los hijos de quienes trabajan en el campo sea el de reducir su futuro ocupacional en una tarea manual bastante mal paga, que además representa claramente un modelo de estratificación social y relaciones interpersonales bastante poco condescendientes con los ideales de modernidad que se pregonan por otro frente.
Me parece oportuno que incorporemos este debate, en la dirigencia, pero también en la sociedad.
Que pensemos el tipo de escuela y enseñanza para esos sectores y no solo para ellos, sino incluyendo un programa general que apunte a qué tipo de provincia pretendemos construir para las futuras generaciones.
Muchas cosas precisan de la oportunidad para su análisis y creo que es posible que el momento oportuno se esté dando para debatir las cuestiones de fondo.
Hablamos de producción tabacalera, de turismo, de minería, pero… ¿ acompañamos una estrategia que incluya a más de un millón de salteños que puedan apreciar paulatina y escalonadamente una objetiva mejora de sus condiciones y calidad de vida?
O solo estamos viendo la parcialidad de las cosas, a partir de intereses de sector o de grupo, lo que solo daría a los proyectos identidad corporativa y para nada social o comunitaria.
Ese millón de salteños necesita comer y vivir dignamente, reconocidos en los valores de los logros alcanzados por mérito propio en un marco socio-cultural que lo reconoce e incluye. Que lo reconoce como individuo y ser humano con ciertas capacidades de auto resolución y que lo incluye como ser autónomo, verdaderamente independiente de factores externos, es decir de las corporaciones que no lo representan, los intereses particulares y las estructuras del estado que deben transformarse en servidoras de aquel, difusoras y promotoras de su actividad, no en controladoras. Esas macro organizaciones son gestoras directas e incluso determinantes de roles y funciones de las organizaciones y los individuos. El estado debe proteger e impulsar la actividad de todos, no ahogar , limitar y condicionar a los ciudadanos por un lado y beneficiar los intereses de sectores o grupos, en nombre del bien de todos.
Por último creo que es urgente hablar en Salta de los modelos sociales que pretendemos para la organización de nuestra comunidad. Que la condición de haber nacido en esta tierra, no se convierta en una condición excluyente. Que en su esencia y su práctica pueda impulsar el desconocimiento de lo aportado por miles de seres que con buena voluntad arribaron de diferentes lugares, en continuas oleadas migratorias, desde la época colonial hasta nuestros días, desde las lejanas tierras de China, Irak, Laos, Siria, Líbano, Croacia, hasta los principales centros urbanos de la Pampa Húmeda.
Salta debe construir un modelo socio económico moderno, integrador y de genuino crecimiento.
2 comentarios:
Creo que lo preocupante en este sentido es que, con los años que han transitado desde principios del siglo pasado, Salta no parece haber cambiado demasiado su estructura social.
En muchos sentidos, veo que se trata de una provincia que aparentemente ha quedado estanca en prácticas y valores culturales que ya han perdido vigencia.
No se ha tomado conciencia de la importancia del tabaco en la economía regional, y menos aún se piensa en las personas que trabajan en ese sector. Así, los trabajadores tabacaleros y sus familias, son sólo partes aisladas dentro de un gran círculo por el que son menospreciados.
La idiosincrasia del salteño incluye conceptos en los que la movilidad social es impensada. Así, dentro de la sociedad, hay sectores que no ven en sus futuros la posibilidad de estudiar y profesionalizarse, y no porque no sea posible, sino porque simplemente no se lo contempla como una posibilidad.
Ojalá, la clase alta, la llamada aristocracia, la clase media y sobre todo los sectores gubernamentales, tomen en consideración el preocupante escenario que se presenta en la sociedad salteña.
Muy bueno el post.
Saludos.
Hay una ley salteña que prohiba fumar en lugar publicos???
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