El domingo 23 de octubre tuvimos elecciones.
El análisis durará bastante tiempo y son variados los temas a tratar y las ópticas desde las cuales proceder a la interpretación.
Hoy podemos comenzar con una narración: la historia de los Unos y los otros.
Los Unos en su imaginación registraban ciertas imágenes de triunfo indiscutido, alimentadas por ciertos datos que posicionaban a ciertas figuras o ciertas categorías en situaciones por demás cómodas, casi avasallantes. En la imaginación de varios presionaba un término que casi se escapaba de la punta de la lengua, pero se contenía “masacre”, ganamos por masacre, suena conocido?. Hacia proa un candidato joven, dinámico, de presumida gestión efectiva, enmarcado en un gobierno que enumera logros, hechos, acciones (como si alguien hubiera tenido antes la posibilidad de gobernar durante diez años ininterrumpidas, y la marca registrada de un partido que en pocas décadas se hizo milenario, a la cabeza un gobernador, un nombre, un proyecto latente pero presente, activo en la campaña y en la solicitud de votar a los legisladores de la lista.
Del lado de los otros, en realidad, varios otros, estaban primero los de una fuerza política provincial que, como muchos, también se dejó convencer de varias cosas, entre otras, que podría avecinarse una masacre, con víctimas de ese lado precisamente.
Los datos, lerdos, imprecisos, conjeturados, comenzaron a ayudar a la distensión, primero se abría un ojo y no se veía llegar la masacre, luego se secaba la frente de la transpiración y como huracán Rita, pasaba el ruido y nada más…
A ciencia cierta y con números en la mano, hasta aquí, los unos y los otros, caminaron hacia atrás. En porcentajes, que es una relación que se establece para entender la participación de las partes en un todo, a ambos le fue mal. Los unos sacaron menos de lo que imaginaban, pretendían o suponían merecer. Los otros salvaron las previsiones, pero de todas maneras están lejos de lo que suponían estar predestinados a ser: la clara segunda fuerza política con firmes posibilidades de alternar en el gobierno. La brecha fue menor de lo que se esperaba.
Ambos no contaron con que existen varios otros, los otros que tal vez encaminen a la sociedad salteña a un marco de pluralidad – de todos dependerá- especialmente elevando el nivel de participación más allá del 63% alcanzado, que no fue tan poco, pero ni siquiera suficiente.
Entre los otros, aparecieron la previsible buena elección obrera, con marcado crecimiento, y las sorpresas de la noche, el partido del presidente sin el presidente, pero con un resultado exultante de victoria, y el partido centenario, en frente, con un certificado de defunción tachonado con resultados que mejoran a los de ciudad de Buenos Aires y Provincia, con los Suarez Lastra, los Brandoni y hasta los Alfonsín , a cuestas.
Los otros son varios. Después de muchas elecciones votamos sin ley de lemas y a los unos no les fue bien.
Salta debe comenzar a entender un escenario de pluralismo. Tanto oficialismo como oposición deben comenzar a entender la convivencia, el diálogo y el consenso, no a partir del contubernio, del arreglo, de los caprichos, de los intereses particulares. El nuevo escenario de la política local debe comprender que el electorado sabe identificar muy bien el conflicto de intereses, más aun cuando se ponen en juego los intereses comunes y generales.
Las dos mayores fuerzas políticas deben entender que perdieron, porque perdieron representatividad, porque muchos electores consideraron que no se les ofrecen garantías de representación.
Si entendemos el libre juego democrático podremos comprender que la pluralidad no es un problema, al contrario, es la posibilidad de que el mismo sistema produzca los anticuerpos que necesita para su salud y su supervivencia.A partir de ahora podemos construir un sistema de representación de minorías, sin hegemonías. Es posible que el próximo gobierno lo sea por la primera minoría y, desde ahora, construyamos la transición hacia ese nuevo escenario.
El análisis durará bastante tiempo y son variados los temas a tratar y las ópticas desde las cuales proceder a la interpretación.
Hoy podemos comenzar con una narración: la historia de los Unos y los otros.
Los Unos en su imaginación registraban ciertas imágenes de triunfo indiscutido, alimentadas por ciertos datos que posicionaban a ciertas figuras o ciertas categorías en situaciones por demás cómodas, casi avasallantes. En la imaginación de varios presionaba un término que casi se escapaba de la punta de la lengua, pero se contenía “masacre”, ganamos por masacre, suena conocido?. Hacia proa un candidato joven, dinámico, de presumida gestión efectiva, enmarcado en un gobierno que enumera logros, hechos, acciones (como si alguien hubiera tenido antes la posibilidad de gobernar durante diez años ininterrumpidas, y la marca registrada de un partido que en pocas décadas se hizo milenario, a la cabeza un gobernador, un nombre, un proyecto latente pero presente, activo en la campaña y en la solicitud de votar a los legisladores de la lista.
Del lado de los otros, en realidad, varios otros, estaban primero los de una fuerza política provincial que, como muchos, también se dejó convencer de varias cosas, entre otras, que podría avecinarse una masacre, con víctimas de ese lado precisamente.
Los datos, lerdos, imprecisos, conjeturados, comenzaron a ayudar a la distensión, primero se abría un ojo y no se veía llegar la masacre, luego se secaba la frente de la transpiración y como huracán Rita, pasaba el ruido y nada más…
A ciencia cierta y con números en la mano, hasta aquí, los unos y los otros, caminaron hacia atrás. En porcentajes, que es una relación que se establece para entender la participación de las partes en un todo, a ambos le fue mal. Los unos sacaron menos de lo que imaginaban, pretendían o suponían merecer. Los otros salvaron las previsiones, pero de todas maneras están lejos de lo que suponían estar predestinados a ser: la clara segunda fuerza política con firmes posibilidades de alternar en el gobierno. La brecha fue menor de lo que se esperaba.
Ambos no contaron con que existen varios otros, los otros que tal vez encaminen a la sociedad salteña a un marco de pluralidad – de todos dependerá- especialmente elevando el nivel de participación más allá del 63% alcanzado, que no fue tan poco, pero ni siquiera suficiente.
Entre los otros, aparecieron la previsible buena elección obrera, con marcado crecimiento, y las sorpresas de la noche, el partido del presidente sin el presidente, pero con un resultado exultante de victoria, y el partido centenario, en frente, con un certificado de defunción tachonado con resultados que mejoran a los de ciudad de Buenos Aires y Provincia, con los Suarez Lastra, los Brandoni y hasta los Alfonsín , a cuestas.
Los otros son varios. Después de muchas elecciones votamos sin ley de lemas y a los unos no les fue bien.
Salta debe comenzar a entender un escenario de pluralismo. Tanto oficialismo como oposición deben comenzar a entender la convivencia, el diálogo y el consenso, no a partir del contubernio, del arreglo, de los caprichos, de los intereses particulares. El nuevo escenario de la política local debe comprender que el electorado sabe identificar muy bien el conflicto de intereses, más aun cuando se ponen en juego los intereses comunes y generales.
Las dos mayores fuerzas políticas deben entender que perdieron, porque perdieron representatividad, porque muchos electores consideraron que no se les ofrecen garantías de representación.
Si entendemos el libre juego democrático podremos comprender que la pluralidad no es un problema, al contrario, es la posibilidad de que el mismo sistema produzca los anticuerpos que necesita para su salud y su supervivencia.A partir de ahora podemos construir un sistema de representación de minorías, sin hegemonías. Es posible que el próximo gobierno lo sea por la primera minoría y, desde ahora, construyamos la transición hacia ese nuevo escenario.
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